La interpretación de la Torá y el Reino de Dios en Jesús

Al final de los tiempo habrá una nueva Alianza, una renovada, donde Israel será finalmente Israel, en su propio lugar en el tiempo. La Torá se escribirá en los corazones en vez de en la piedra. Entonces habrá pleno conocimiento de Yavé (Jr 31). Este horizonte es el que está presente en Mt 5,48 (Sed por lo tanto perfectos como vuestro Padre es perfecto) y b.Sabb. 133b y Pe´ah 1,1,. 15b (Sed compasivos y misericordiosos como Él es compasivo y misericordioso). Para Jesús la actual aplicación e interpretación de la Torá no es la definitiva o final. Al mismo tiempo, Jesús se sabe un interprete especial de la Ley. Con él hago especial está sucediendo. Por ejemplo, Mt 8,21-22 (dejad que los muertos entierren a los muertos) contraviene claramente Gn 23, 3-4; Ex 20,12; Tob 6,13-15; Ber 3,1. Jesús está concientemente pidiendo a sus discípulos la desobediencia a la Torá. Jesús reune a un grupo de discípulos, como lo hacían los rabinos, pero con un costo familiar mucho mayor (Lc 12,49ss), quizás sólo equiparable a los escenios de Qumrán (4QTest 16-20) u otros radicalismos (1Mac 2, 27-28.39-48). La interpretación de Jesús de la Tora es también muy radical en lo relacionado con el divorcio (Mt 5,31-32; 19, 3-9; 1Cor 7,10-16) donde su posición se resume con la aspiración de volver a la condición primigenia de Gn 1-2. En ese sentido la Torá viene a ser transformada por la eternidad que ha irrumpido con la proclamación del Reino de Dios (Mt 5,17). En otras palabras, Jesús estaría revelando la forma difinitiva de la Torá. Esto no quiere decir que se trate de una nueva Torá, no sería la alteración de ni siquiera una iota (Mt 5,17  y  Rm 3,31). Es la interpretación definitiva de la Torá que inaugura el Reino de Dios.  Y es que mientras el novio está vivo, los discípulos no pueden ayunar (Mt 9,15), al contrario deben celebrar el tiempo de la celebración marital (Mt 11, 16-19). El punto, de nuevo, se trataría de que la Torá se reinterpreta de manera nueva debido a la presencia de la eternidad en el tiempo presente. En ese sentido Mc 7,20 diría que toda la comida humana se ha convertido en kosher, y no que el Kashrut se ha abolido (Hch 10,14). Y es por esto que la justicia de los discípulos de Jesús supera a la de los fariseos (Mt 5,17), y no puede ser de otra manera porque han revelado el sentido más verdadero de la Torá. Eso es precisamente lo que ha hecho Jesús en el Sermón del Monte para Mateo, y eso era lo que esperaban los fariseos del Mesías cuando apareciese. En GnR 98,9 se dice que Dios enseñará una nueva Torá y dará 30 nuevos mandamientos. Otro ejemplo en el  LvR9,7 se dice que todos los sacrificios y oraciones serán abolidas, del mismo modo que no habrá pecado por el cual expiar. La Torá para Jesús y estos fariseos sería una promesa y una expectativa que ha de ser cumplida (Mt 5,18; Rm 13,8.10; Gl 5,14; 6,2; Jas 2,8). Jesús no viene, entonces a derogar la Ley, sino a darle su triunfo definitivo. Desde el punto de vista cristiano, la incapacidad humana de cumplir con la ley se suplió con el supremo sacrificio del Hijo del Hombre, un amor tan fuerte como la muerte, que viene a cumplir la Torá en su correcta interpretación (Is 53).  Ese amor incluye a los enemigos, incluye a todos los alimentos, a todas las personas que se hacen prójimos, y excluye el divorcio como una corruppción de la voluntad primigenia de Dios. Esta plenitud de la Tora revela el verdadero sentido de algunas partes de la Tora como mandamientos y prohibiciones preventivas, dadas por la dureza de los corazones humanos (como el mismo divorcio). Son mandamientos provisorios, llamados a caducar con la irrupción del reino de Dios. Y es precisamente el reino de Dios la clave para entender la interpretación de la Torá de Jesús.  Para el judaísmo este concepto es fundamental. Es la presencia misma de Dios (TgIs 31,4; Mt 18,23-35; 22, 1-14), es la actividad (voluntad) misma de Dios (TgIs 40,9; 52,7; Mt 8,4; Lc 13,28-29). El Reino de Dios no es presente o futuro, es la experiencia personal de Yavé. Esta experiencia es subersiva (Lc 6,20) porque incluye a los hambrientos, a los tristes y a los perseguidos. Es una experiencia que parece pequeña (Lc 13,18.20) pero que se desarrolla con fuerza. El Reino está en medio nuestro pero no puede ser observado (Lc 17, 21). Es escatológico (Mc 13,32; Mt 24, 36; Lc 22,16) y al mismo tiempo inminente (Mt 10,23; Mc 9,1; 13,30; Mt 24,34). Su aparición será inesperada (Ap 3,3; 16,5; 2Pe 3,10; Mc 13,33-37; 1Tes 5,2).  Para más detalles: Jesus the Central Jew, p.71-92

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