Pablo como el doble de Jesús
Es bien sabido que en el libro de los Hch
Pablo es presentado como un doble de Jesús. De ambos se mencionan predicciones
sobre su muerte (Lc 9, 22.34; 18,31; Hch 20, 23-25; 21, 4.11-13); ambos hacen
un discurso final (Lc 22, 14-38; Hch 20,17-35); ambos discuten con los saduceos
acerca de la resurrección (Lc 20, 27-39; Hch 23,6-10); ambos reciben una
bofetada de los agentes del sumo sacerdote (Lc 22, 63-64; Hch 23,1-2); ambos
tienen cuatro juicios, el primero en el sanedrín (Lc 22, 66-71; Hch 22, 30-23,
10), el segundo ante el gobernador romano (Lc23,1-5; Hch 24, 1-22), el tercero
ante el Rey herodiano (Lc 23, 1-25; Hch 26), el cuarto, de nuevo, ante el
gobernador romano (Lc 23, 13-25; Hch25, 6-12); a ambos las autoridades les
declaran inocentes (Lc 23,14.47; Hch 23,29; 25,25; 26,31); en ambos casos la
muchedumbre exige sus muertes (Lc 23, 18; Hch 22,22). La gran diferencia entre Jesús y Pablo
estriba en que éste último continúa su viaje a Roma donde será ejecutado. Esto
quiere enfatizar el hecho que con Pablo la misión de la Iglesia se abre desde
el pueblo judío a los gentiles.
Esta dinámica se vuelve a encontrar en los Hechos de Pablo donde el héroe sufre, lo
mismo que Jesús en su bautismo, una epifanía inicial (HchPab 9,5-6). Pablo, al
igual que Jesús, marcha al desierto y está con las bestias salvajes (HchPab
9,7). Pablo proclama la buena nueva, sana a la gente, y es perseguido al modo
de Jesús. Por ejemplo en HchPab 2 el apóstol predica, resucita a un muerto y es
expulsado de la ciudad (comparar con Lc 4, 16-30). La pasión de Pablo tiene
muchos paralelos con la de Jesús, y más aún su resurrección, una reelaboración
de Mc 16,1-8: Al despuntar el día y tal
como les había ordenado Pablo, Longo y el centurión Cesto marcharon con temor a
la tumba de Pablo. Cuando se acercaron vieron a dos hombres en oración y en
medio de ellos a Pablo, de modo que se quedaron admirados. Tito y Lucas, por su
parte, presa de un temor muy humano al ver a Longo y a Cesto que se dirigían
hacia ellos, se dieron a la fuga. Aquellos los persiguieron diciéndoles: “No os
perseguimos para mataros, como suponéis, bienaventurados hombres de Dios, sino
para que nos deis la vida tal como Pablo, que hace un momento se hallaba
rezando entre vosotros, nos prometió”. Al oír estas palabras, se alegraron Tito
y Lucas, y les dieron el sello del Señor [glorificando al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, a quien se la gloria por los siglos de los siglos. Amén]. Para
más detalles: Pablo después de Pablo, Richard Pervo, p.262-265.
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