El consejo de los sabios como regla interpretativa entre los fariseos y los saduceos de Jerusalén

Tanto los saduceos, como fariseos y esenios interpretaban y aplicaban de manera particular la Torá (Halaka). Josefo habla específicamente que los fariseos interpretaban los textos sagrados (Guerra 2, 162–63). Comparándolos con los fariseos, el mismo autor da a entender que los saduceos también interpretaban la ley (Ant 18,16). De hecho cuando Juan Hircano le quita el poder a los fariseos y se acerca a los saduceos, se habla que benefició la interpretación que éstos hacían de la Torá (Ant. 13, 296).  Esto quiere decir que cada grupo tenía su propia escuela interpretativa de la Ley. Esto era especialmente cierto en el caso del Sábado donde, por ejemplo, en el caso de los esenios vemos su interpretación en Filón QOP, 81–83; API (Hypothetica) 7.10–7.14 (359–60) [630] y en Josefo, Guerra 2, 147–49. Otro tema importante de debate era el año sabático y jubileo donde, refiriéndose a los esenios, Filón escribe en  API (Hypothetica) 7.15–7.20 (360–61) [631–32]. También lo concerniente a la pureza e impureza donde también sobre los esenios: Filón, QOP, 84–85; API (Hypothetica) 11.1–11.18 [632]; Josefo, Guerra 2, 128–29, 137–40. Los sacrificios y la reglas concernientes al templo, Josefo Ant. 18, 18–19. Sobre los juramentos, respecto a los esenios en Josefo, Guerra 2, 143; y entre los fariseos,  Ant. 18, 14–15. Reglas del comer, respecto a los esenios en Josefo Guerra 2, 143–44, y en relación a Bannus quien vivió en el desierto en Vita 11. Leyes sobre el incesto, por ejemplo en Filón , API (Hypothetica) 7.1 (357) [628]. Gracias a estos autores, y también a las fuentes cristianas, sabemos que estas disputas halakikas eran fundamentales en judaísmo del segundo templo. Además de estos asuntos generales, existía una disputa más particularizada entre saduceos y fariseos respecto a los siguientes, entre otros, temas: la presentación del incienso en el Yom Kippur y el juramento del sumo sacerdote el mismo día ( M. Yoma, 1, 5); la libación del agua en ciertas fiestas (BT Sukka 48b); la refutación de testigos que han conspirado en juicios (BT Hagiga 15b); aspectos del sacrificio individual de un sujeto (BT Menahoth 65a); la impureza de las manos (M. Yadayim 4, 6); el daño a los sirvientes (M. Yadayim 7); el divorcio; el día después del sábado (BT Menahoth 65a).

Lo que es de especial interés es constatar que a pesar de las diferencias estos dos grupos, los fariseos y los saduceos de Jerusalén, se regían por el siguiente principio: A pesar que nuestra interpretación es diferente, no vamos a actuar de acuerdo a ella, no de acuerdo a la opinión de los sabios. Esto quiere decir que si bien ambos grupos reconocían las diferencias se sometían a la opinión de la mayoría de los sabios de la época. No hay una interpretación estricta o monolítica de la Ley, como la de los esenios o cristianos. Es el dialogo entre los sabios, la realidad y la Torá la que dicta el actuar de la comunidad. En el mundo fariseo este principio se vislumbra en la misná Rosh Hashanah 2, 8–9. En este texto se subraya la autoridad final del juicio de los sabios, incluso sobre lo que pueda dictar la realidad, el sentido común, o la lógica. En otras palabras el concenso de los sabios está sobre cualquier "verdad" o "sabiduría" revelada". Para más detalles: H. Newman, Proximity to Power and Jewish Sectarian Groups of Ancient Periods, 184-237

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