Creación y Alianza: el libro de los Jubileos (1) [elección y desobediencia].
Jubileos comienza como un dialogo entre Dios y Moisés en el Sinaí. Allí se ve que la relación entre Dios e Israel se ha iniciado en la creación inaugurando una dinámica que se repitirá una y otra vez a lo largo de la historia de este pueblo. En Jubileos el autor escribe la historia de la creación de tal modo de hacerla más particularista, más orientada a esa alianza entre Dios e Israel. En 2, 19-20 leemos cómo ya entonces Dios escoge a Israel entre todos los pueblos, haciendo del sábado el signo de esta Alianza. Me escogeré un pueblo entre todos los pueblos. También ellos observarán el sábado, los consagraré como mi pueblo y los bendeciré. Como santifiqué el día del sábado, así me los santificaré y bendeciré; serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 20 He escogido a la estirpe de Jacob de cuantos he visto, y me lo he designado como hijo primogénito, santificándomelo por toda la eternidad: les enseñaré el sábado, para que en él descansen de todo trabajo. La importancia del sábado como signo convierte a este día en una celebración especial de la elección de Israel entre todos los pueblos. Además fijémonos que en la relato de la creación en Jubileos no hay nada sobre el hombre creado a imagen de Dios, como si el autor quisiese evitar cualquier sentido universalista del ser humano. La creación versa, especialmente, sobre la Alianza con Israel. La creación marca la verdadera relevancia del inicio de la relación entre Dios y su pueblo, todo el resto será la repitición de las infidalidades de Israel hasta que Dios venga a cumplir su promesa. La posterior Alianza entre Dios y Abraham también enfatiza la elección del pueblo. 30
El Señor no ha acercado a sí a Ismael, sus hijos y hermanos, ni a
Esaú, ni los ha elegido por ser hijos de Abrahán; los conoció,
pero ha elegido a Israel para que sea su pueblo, 31 lo ha
santificado y congregado entre todos los humanos. Muchos son
los gentiles y muchas naciones hay, todas suyas, sobre las
cuales dio poder a los espíritus para apartarlas de él, 32 pero
sobre Israel no dio poder a ningún ángel ni espíritu, pues él solo
es su soberano. El los guarda y reclama de manos de sus ángeles
y sus espíritus y de manos de cualquier súbdito suyo; él los
guarda y los bendice para que sean suyos y él sea suyo desde
ahora y por siempre (Jub 15, 30-32). En este texto el signo de la Alianza con Dios, o de la elección que Éste hiso, es la circunsición. Ahora bien, la dinámica que se repite una y otra vez en esta relación entre Dios y el pueblo es una reflexión de la teología presente en Dt 31-32, a saber, que si el pueblo viola la Alianza iniciada por Dios en la creación, Éste lo abandonará. Esta desobedencia tiene una naturaleza específica: Se harán túmulos, bosques
sagrados e ídolos, adorando vanamente cada cual al suyo,
sacrificando sus hijos a los demonios y a todas las falsas obras
de sus corazones (11,1).El pecado de Israel, según este libro, es la subyugación a los demonios. Veamos 1, 19-20 (eco de Dt 32, 8-9): Entonces Moisés cayó de bruces y oró así:
-Señor y Dios mío, no dejes a tu pueblo y heredad seguir el
extravío de sus corazones, ni los entregues a manos de sus
enemigos gentiles, que los sojuzguen y hagan pecar contra ti. 20
Álcese, Señor, tu misericordia sobre tu pueblo, y créales un
espíritu recto; no los rija el espíritu de Beliar, para acusarlos
luego ante ti, apartándolos de todo sendero justo de modo que
perezcan ante tu faz. Este texto nos recuerda la oración de Moisés quien intercede delante de Dios por el pueblo luego que éste adorara el cordero de oro (Dt 9,26). En el caso de Jub sen entiende que hay una especie de conjunción entre los gentiles y los demonios para deteriorar la relación entre el Pueblo y Dios. De allí que se enfatice tanto la necesidad que tiene el pueblo de Israel de separarse de los gentiles. Es por esto que Abraham aconseja a Jacob: Hijo mío, Jacob, recuerda mis palabras y guarda los
mandamientos de tu padre, Abrahán. Apártate de los gentiles,
no comas con ellos,. No hagas como ellos, ni les sirvas de
compañero, pues sus acciones son impuras, y todos sus caminos
inmundicia, abominación y horror (22,16). La acción de los demonios fue muy temprana, por ejemplo, en 6,18 leemos: 18 Toda esta festividad se venía celebrando en
los cielos desde el día de la creación hasta los días de Noé,
durante veintiséis jubileos y cinco septenarios, y Noé y sus hijos
la guardaron por siete jubileos y un septenario. Cuando murió
Noé, sus hijos la violaron, hasta los días de Abrahán, y comían
sangre. En todo caso, puede que los demonios amenazcan la relación entre Dios e Israel, pero el primero va a restaurar en el final de los tiempos esa relación paternal. En el intermedio Dios tiene que proteger al pueblo de las acciones de Mastema, el jefe de los demonios, y de los gentiles.Pasarán jubileos hasta que se purifique Israel
de toda culpa de fornicación, impureza, abominación, pecado y
error, y habite todo el país en seguridad, sin que tenga ningún
demonio ni mal, y se purifique la tierra desde entonces hasta
siempre (Jub 50,5) (Dt 32,43). Para más detalles: Creation, Covenant and the Beginnings of Judaism p. 88-118
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