La Alianza y el don de la Tierra (Dt)
La tierra es caracterizada constantemente como un don de Yavé a Israel en el Dt. Y es que de acuerdo a la teología de la alianza no sólo la tierra, sino que toda la realidad, partiendo desde la vida es un don de Dios. Leemos en Dt 6,10ss: Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres —a Abrahán, Isaac y Jacob— que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido,6,11: casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya cavados que tú no has cavado, viñas y olivares que tú no has plantado, cuando comas hasta hartarte, 6,12: ten cuidado de no olvidar al Señor, que te sacó de Egipto, de la esclavitud. La tierra, como cualquier otro don, nunca le pertenecerá a Israel, siempre se presenta como un prestamo el cual siempre depende de su obediencia. Cuando engendres hijos y nietos y ya hayas vivido largo tiempo en la tierra, si se pervierten haciéndose ídolos de cualquier figura, haciendo lo que el Señor, tu Dios, reprueba irritándolo 4,26: –¡cito hoy como testigos contra ustedes al cielo y a la tierra!–, desaparecerán muy pronto de la tierra de la que vas a tomar posesión pasando el Jordán; no prolongarán la vida en ella, sino que serán destruidos (Dt 4,25ss). Dios es siempre el que da, aunque siempre requiere la respuesta de Israel. En otras palabras, Dios es el dueño de la tiera y se la da a Israel, y esta tiene que devolverle algo de sus productos. Dt 16,17: Cada uno dará lo que pueda conforme a la bendición que el Señor, tu Dios, te haya otorgado. La misma dinámica se repite en relación a los adivinos: Dt 18,13: Sé íntegro en tu trato con el Señor, tu Dios; 18,14: esos pueblos que tú vas a desposeer escuchan a astrólogos y vaticinadores, pero a ti no te lo permite el Señor, tu Dios. La teología que está detrás no es tanto de don-respuesta sino que es algo más existencial, más propio de la cultura de medio oriente, a saber, todo le pertenece a Dios. El hombre es pequeño e insignificante, su respuesta es de carácter evidente. Dios bendice, Israel obedece, Dios continua bendiciendo. Si bien las bendiciones de Dios son incondicionales en el sentido que no son respuesta a la obediencia de Israel, llega a ser condicional en relación a la reacción de Israel. Por ejemplo, Dt 23,21: Podrás cargar intereses a los extraños, pero no a tu hermano, para que el Señor, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra adonde vas para tomarla en posesión.El punto es el siguiente, Dios ha elegido a Israel para ser su pueblo santo, un acto de puro amor. Dt 7,6: Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Esta santidad de Israel, que no es sino reflejo de la Dios que lo ha elegido, es el fundamento para apartarse de los otros pueblos (Dt 7, 1-5). De hecho los capítulo 1-11 del Dt muestran que es Yavé, no Israel, quien lidera a su pueblo fuera de Egipto hacia un rico presente en una fértil tierra: 8,11: Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, de no cumplir los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy. 8,12: No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, 8,13: cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro y abundes de todo, 8,14: te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud; 8,15: que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, lleno de serpientes y alacranes, un sequedal sin una gota de agua; que te sacó agua de una roca de pedernal; 8,16: que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres: para afligirte y probarte y para hacerte el bien al final. 8,17: No pienses: Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas.8,18: Acuérdate del Señor, tu Dios, que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy. 8,19: Si olvidas al Señor, tu Dios, y sigues a dioses extranjeros, les das culto y te postras ante ellos, yo les garantizo hoy que morirán sin remedio. 8,20: Como los pueblos que el Señor va a destruir a su paso, así perecerán, por no obedecer al Señor, su Dios. Este acto no es incompatible con la demanda de obediencia que se trasluce en cada página de este documento. Para más detalles: J.G. McConville, Law and Theology in Deutoronomy, The University of Sheffield, Englad, 1986, p. 10-19.
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