La redención de Adán en el Testamento de Adán (ApMoisés)


   La figura de Adán es fundamental para entender la temprana mística judía y cristiana. Los numerosos apócrifos alrededor del primer siglo atestiguan este fenómeno. En el blog he dedicado algunas entradas a La vida de Adán y Eva; La penitencia de Adán ; El apocalipsis de Adán. También le he dedicado varias entradas a la  aproximación rabínica y paulina a este tema (ver las entradas sobre Pablo en la página sobre misticismo cristiano). Hoy me gustaría ocuparme de un apócrifo cristiano conocido como el Testamento de Adán  conocido también como Apocalipsis de Moisés  cuyo origen probablemente sea sirio y de algún modo cercano a los círculos que escribieron otro apócrifo muy popular en la región y del cual no nos hemos ocupado aún, la Cueva de los Tesoros. Conocemos  varias versiones del Testamento de Adán y de las partes que lo componen (el Horario; la Profecía; los Ángeles). Me gustaría llamar la atención sobre la Profecía (s.IV). En esta encontramos una conversación entre Adán y Set, donde el primero anuncia los acontecimientos futuros a su hijo, y a través de esto vemos cual es la función del Mesías como redentor de Adán.

Cuando Dios expulsa a Adán del Paraíso le dice: Adán, no temas. Tú has buscado ser Dios, yo te hare Dios. Pero no ahora, sino después de largos años. Ahora te expulsaré del paraíso y te haré descender a la tierra de los espinos (el paraíso estaba sobre la tierra). Doblaré tu espalda, y tus rodillas temblarán a causa de la vejez que te alcanzará. Te entregaré a la muerte. La lombriz y el gusano devorarán tu cuerpo (2 [RIII]). La redención de Adán (y del género humano) se realiza a través de su divinización. Pero esta no depende de Adán…se necesita un redentor. Por ahora, Adán es enviado a la tierra donde sufrirá las limitaciones de la enfermedad y la muerte.  El redentor prometido es el mismo Dios que se encarna. Pero después de un poco de tiempo habrá misericordia sobre ti, porque fuiste creado a imagen mía. Y no te dejaré que te consumas en el seol. Por ti naceré de la Virgen María. Por ti gustaré la muerte y entraré en la casa de los muertos. Por ti haré cielos nuevos y daré a tus hijos poder en ellos  (3[RI]). Ahora sabemos que la divinización de la que se nos había hablado no es otra cosa que  el recobrar la imagen perdida. Esta imagen perdida se realiza a través de la encarnación y el sufrimiento de Dios por el hombre (aquí el tema de la obediencia tan prominente en la primera reflexión cristiana adámica [Pablo-Hebreos-Pedro] está ausente). A partir de este sufrimiento y muerte Adán será rescatado del Selo y exaltado al modo mesiánico: Y después de los tres días que estaré en el interior de la tumba, haré resucitar al cuerpo que revestí de ti, y te haré sentar a la derecha de mi divinidad, y te haré un dios, como tú querías (4[RI]).  Como es propio de la teología siriaca (ver Evangelio de Tomás y Hechos de Tomás) la redención del cristiano pasa por revivir la propia experiencia de Jesús…el hombre es exaltado al modo del mesías y de nuevo recobra la gloria divina que perdió con el pecado.

Finalmente Set dice algunas palabras sobre la muerte de Adán, y, más importante, sobre el lugar donde lo enterraron…que coincide con el lugar donde enterrarán a Jesús (ver: Penitencia de Adán; la Cueva de los tesoros). Y yo Set, soy quien lo escribí. Murió nuestro padre Adán y todos los ángeles le acompañaron, porque había sido creado a la imagen de Dios. Y le enterramos, mis hermanos y yo, al este del paraíso enfrente de la ciudad (6[RIII]).  Fijaos que en esta versión el paraíso ya no está en las alturas, sino que se identifica con el lugar donde más adelante se ubicará el templo de Jerusalén (enfrente de la ciudad).  Y sellamos el testamento y lo pusimos en la cueva del tesoros, junto a las ofrendas que Adán había sacado del paraíso, el oro el incienso y la mirra. Y los hijos de reyes, los Magos, vendrán y las tomarán, y se las llevarán al Hijo de Dios, a Belén de Judá, a la gruta (7 [RI]). 

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