El Dios Padre en el Gnosticismo Valentiniano

Hace un tiempo atrás estudiamos las características fundamentales del Padre Invisible, esto es la divinidad en referencia a sí misma, de acuerdo a la obra gnóstica setiana más importante, el Apócrifo de Juan (La idea del Padre Invisible en el Apócrifo de Juan ). En esa entrada descubrimos que la teología negativa era uno de los rasgos más distintivos al momento de hablar de Dios. Esto quiere decir que Dios es absolutamente distinto a cualquier cosa que podamos decir de Él, lo que hace que el predicar lo que Él  no es es la forma más adecuada de aproximarnos al misterio. Hoy quiero invitarlos a ver cómo la escuela gnóstica valentiniana se aproxima al mismo problema. ¿Qué podemos decir de Dios? El texto que veremos es el Tratado Tripartito (NHC I, 5, 51,1- 138,27), quizás el documento que explica de manera más clara el gnosticismo valentiniano. De Dios se dice que es el Padre, que como el Uno, es InefableEl Padre es Uno solo, como un número, puesto que es el Primero y el que es sólo él mismo (51,10-11).  Al modo de la teología negativa se nos dice que es inimitable e inmutable: Pero el Uno solo, que es únicamente el Padre, es como una raíz con un tronco, ramas y frutos…es inimitable e inmutable (51, 15-25). Nadie es dios o padre para Él:  Puesto que es inengendrado, no hay ningún otro que lo haya engendrado, ni ningún otro que lo haya producido” (51, 29-34). No tiene principio ni fin:  “él es quien lo ha engendrado (al Todo) y lo ha producido. No tiene principio ni fin” (52,5-9).   Es invariable en su eterna existencia: tampoco es posible que cualquier otro lo transforme en una forma diferente, bien sea reduciéndolo o alterándolo o disminuyéndolo, porque es así en el sentido propio de la verdad como es inalterable, el que reviste la inmutabilidad” (52, 28-39).  No se le puede cambiar ni reducir en ningún sentido: Y tiene más, es decir, la carencia de todo celo, para que sea posible descubrir que quienquiera que posea algo se lo debe a él, porque lo da, no siendo mermado ni agotado por lo que da” (53,13-19). Supera cualquier denominación:    “Por lo tanto, ninguno de los nombres concebidos, dichos, vislumbrados o imaginados, ninguno de ellos se le atribuyen, aun cuando sean los más brillantes, venerables y honorables” (54,5-10). Está más del entendimiento humano:  “es imposible a ningún intelecto concebirle y tampoco podría palabra expresarle, ni ojo alguno verlo, ni cuerpo apresarlo, a causa de su insondable grandeza, de su incomprensible profundidad, de su inconmensurable altura y de su ilimitada voluntad” (54,19-29); “Siendo alimento, gozo, verdad, alegría y reposo, lo que concibe, lo que ve, lo que dice, lo que tiene como pensamiento, está sobre toda sabiduría supera todo intelecto y supera toda gloria y supera toda belleza y toda suavidad y toda grandeza y toda profundidad y toda altura, así, pues, el que es incognoscible en su naturaleza, que posee todas las grandezas que ya he mencionado, si quiere dispensar conocimiento para que pueda ser conocido, por la sobreabundancia de su suavidad, tiene capacidad para hacerlo así” (55, 15-39). Hasta aquí hay una experiencia común entre estas dos escuelas gnósticas....una  experiencia de la inmensidad de Dios. Haced el ejercicio de imaginaros a Dios a partir de estas descripciones...¿qué sucede?  

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