Pablo antes de San Pablo: el celo por la ley

Pablo antes de San Pablo (antes de su conversión) ilumina mucho de lo que pudieron ser algunos fariseos del tiempo de Jesús. Mal que mal Pablo había pertenecido al grupo de los fariseos. Y no había sido uno cualquiera. Pablo habla de su antigua manera de vivir en el judaísmo (Gal 1,13) y de como aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotasmostrando mucho más celo (ζηλωτὴς) por las tradiciones de mis antepasados (Gal 1,14). El término “Ἰουδαϊσμοζ ” es interesante porque no ocurre en ninguna otro texto del NT. Donde sí lo encontramos es en 2Mac 4,13 donde se le utiliza para explicitar, de manera nacionalista, la religión de los judíos en contraposición con los helenistas sirios. Es un término defensivo y confrontacional (ver también: 1Mac 1,60-63). Algo de este nacionalismo religioso encontramos también en la Carta a Aristeas 139-142: En su sabiduría el legislador (Moisés)…nos rodeó de palizadas y de murallas de hierro para prevenirnos de mezclarnos con otros pueblos en cualquier orden de cosas…él nos cubrió todos los lados con observancias estrictas en relación con la comida y la bebida…y de acuerdo a la manera de nuestra Ley. Esta es la confidencia en la carne (identidad judía) de la que se jacta Pablo en Flp 3,5-6: circuncidado el octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo (5), en cuanto al celo (ζῆλος), perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible (6).

En esta descripción de Pablo antes de San Pablo el celo es un elemento que se repite para definir la manera en que el apóstol se relacionaba con el judaísmo  y la ley. ¿A qué se refiere el celo?  De nuevo el contexto histórico post-macabeo nos descubre un período donde varios grupos se distinguían por separarse de los elementos paganos. Los fariseos mismos se definían como aquellos que se “separaban” del resto para mantenerse fieles a la ley mosaica (escrita y oral) en el marco de la Alianza con Dios. Algunos textos bíblicos fundamentaban tal opción: Gn 34; Nm 25,6-13; 1Rey 18; 2Rey 10,16-17.30; 1Mac 2,23-27. 49-68. El celo fariseo se manifestaba en Pablo precisamente en su afán de separarse de cualquier influencia pagana (o judía inadecuada) que lo alejase de fidelidad a la Alianza Mosaica. Además, Pablo dice de sí mismo  que en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible (Flp 3,6). Esto quiere decir, en el contexto de la teología de la Alianza, que el apóstol se entendía salvado por la gracia de Dios, manifestada en la elección del pueblo judío entre todos los pueblos,  y, en consecuencia, se esforzaba en mantenerse fiel bajo el amparo de esta Alianza. Esto implicaba, entre otras cosas, expiar a través de sacrificios cuando pecaba.

Este “celo” e “irreprochabilidad” se manifestaría, especialmente, en aquellos aspectos de la Ley que distinguían al judío de los gentiles: la circuncisión (Gn 17, 9-14), el sábado (Ec 31, 12-17; Is 56,6) (y otras fiestas), y las reglas de pureza ( Lv 20,22-26) (incluida las dietas:  1Mac 1, 62-63). Esto es lo que la mayoría de las veces San Pablo llamará “trabajos de la Ley”, esto es, aquellos aspectos de la ley que distinguen a Israel de todos los demás pueblos.  Es lo que define “el privilegio de Israel” sobre todos los pueblos.  Lo que separa a Israel de los demás. Para más detalles: James G. Dunn, The Theology of Paul the Apostle, p. 346-359.

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