¿Un Mesías que sana a los enfermos?
Las curaciones en la Biblia son realizados por Dios. El
verbo רפא se contabiliza 36 veces y
tiene siempre como sujeto a Dios. Esto es tan así que en el A.T. las curaciones realizadas por los médicos suponen la intervención de Dios. En el Ben Sira 38, 1-15 encontramos el siguiente elogio a los médicos: “Honra
al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado
el Señor.
La curación procede del Altísimo, y el médico recibe presentes del rey. … El Señor hizo brotar las plantas
medicinales, y el hombre prudente no las desprecia…Con esos remedios el médico cura y quita el
dolor, y el farmacéutico prepara sus ungüentos…Si estás enfermo, hijo mío, no
seas negligentes, ruega al Señor, y él te sanará. No incurras en falta, enmienda tu conducta y purifica tu
corazón de todo pecado…Después, deja actuar al médico, porque el Señor lo creó;
que no se aparte de ti, porque lo necesitas. En algunos casos, tu mejoría está en sus manos, y ellos mismos rogarán al Señor que les permita dar una
alivio y curar al enfermo, para que se restablezca. El hombre que peca delante de su Creador, ¡que
caiga en manos del médico! ”. El médico es, entonces, el intermediario de la acción curativa de Dios. La misma dinámica encontramos en 2Cr 16, 12-13
donde se castiga al hombre que confía en los médicos prescindiendo del poder de
Dios. También hay que decir que las curaciones físicas son en el A.T. , muchas
veces, expresiones metafóricas de la redención futura que espera Israel (Is
29,18; 35, 5-6; 61, 1). En ese sentido cabría esperar que la figura del mesías
aparezca como un sanador…sin embargo, esto no es así. La literatura judía en general seguirá
adjudicándole a Dios el poder exclusivo de sanar, tanto en el sentido literal
como metafórico del término. Por ejemplo en el TgOs 6,1-2: “Dirán: venid,
convirtámonos al culto de Yavé, pues el que nos hiere nos curará y el que nos quebranta nos dará alivio. Nos dará vida en los días de las consolaciones que
han de venir, en el día de la resurrección de los muertos nos hará surgir y viviremos ante él”. En el GnR 20,5: “Dijo
R. Leví: En el mundo futuro todos serán curados, excepto la serpiente y los
gabaonitas: la serpiente, pues está escrito: el polvo será el alimento de la serpiente (Is 65,25). En estos casos el mesías no aparece como
autor o intermediario de la curación…siempre es Dios.
Entonces, ¿de dónde aparece la idea de un mesías sanador, tal y
como lo describen los evangelios? Hay algunos textos que se podrían considerar
una excepción a la regla recién expuesta y que va a ser la base para explicar el hecho que Jesús, el mesías, haya sanado a los enfermos. El primero es Zac 10,2b donde leemos “Por eso la gente ha partido como un rebaño, están afligidos
porque no tienen pastor”.
En la versión de los LXX se traduce porque no tienen pastor por porque
no tienen medicina (διοτι ουκ ην ιασιζ).
Hay una equivalencia de términos entre el pastor-rey de Israel y aquel que
provee de medicinas. El segundo es Is
61,1: “¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé
me ha ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para sanar
los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su liberación, y a los
presos su vuelta a la luz”.
La pregunta clave en este texto es sobre la identidad del
ungido. ¿Se refiere este ungido a un mesías terapeuta? Si entendemos los evangelios como expresión
de la reflexión judeo-cristiana, pues entonces, sí, existe una temprana
tradición que le aplica al mesías funciones terapéuticas. Tradiciones judías
más tardías también le atribuyeran potestades terapéuticas al mesías, así lo reconoce bSamb 98ª donde leemos: “¿Cuándo vendrá el Mesías?, le preguntó.
–Pregúntaselo a él, le contestó.-¿Dónde está? –En la entrada de Roma. -¿Cómo se
le reconoce? –Está con los pobres cargados de enfermedades; todos desatan las
vendas y las vuelven a atar juntas (vendar las heridas en un gesto divino Ez
34,16; Os 6,1), pero él las desata y las vuelve a atar una por una pensando: si
me necesitan, que no demoren (las heridas que estén sin vendar)”. A pesar de escasa y tardía hay una relación
entre el mesías y aquel que sana las heridas (como médico) del pueblo. Para más
detalles: Miguel Peréz Fernández, Textos
fuente y contextuales de la narrativa evangélica, p. 327-348.
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