Pablo y el templo: el sacerdocio y el ministerio a los gentiles.


Pablo se entiende a sí mismo como el apóstol de los gentiles. Esa es la misión que recibió del mismo Jesús a través de alguna visión. En la Carta a los Romanos, Pablo fundamenta la misión a los gentiles echando mano de Isaías: E Isaías es muy osado, y dice: FUI HALLADO (Dios) POR LOS QUE NO ME BUSCABAN; ME MANIFESTÉ A LOS QUE NO PREGUNTABAN POR MÍ (Gentiles). Pero en cuanto a Israel, dice: TODO EL DÍA HE EXTENDIDO MIS MANOS A UN PUEBLO DESOBEDIENTE Y REBELDE (Israel) (Rm 10,20-21). Esto explica dos tipos de respuestas al Evangelio: los gentiles responden con entusiasmo, mientras que los judíos se comportan de manera desobediente y rebelde. Más adelante Pablo sostiene su esperanza de que “los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia” (Rm 15,9). El contexto de tal glorificación se entiende  a través de la literatura profética post- exílica en relación al templo de Jerusalén. Pablo tiene en vista la profecía de Is 66, 20 sobre la peregrinación de los gentiles al templo (Entonces traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones como ofrenda al SEÑOR, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte, Jerusalén -- dice el SEÑOR -- tal como los hijos de Israel traen su ofrenda de grano en vasijas limpias a la casa del SEÑOR), aunque no ya caracterizada por caravanas de camellos y mulas repletos de bienes, sino santificados por el Espíritu Santo.  La importancia de estas profecías también aparecen contempladas en otros textos como Is 56, 7-8:  Yo los traeré a mi santo monte (a los extranjeros justos), y los alegraré en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. Declara el Señor DIOS que reúne a los dispersos de Israel: Todavía les juntaré otros a los ya reunidos.  Otro profecía importante es la de Zac 8,20-23: "Y será que aún vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. y los habitantes de una irán a otra, diciendo: 'Vamos sin demora a implorar el favor del SEÑOR, y a buscar al SEÑOR de los ejércitos. Yo también iré.' Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar al SEÑOR de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor del SEÑOR." Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán el vestido de un judío, diciendo: 'Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros'". Fijémonos como Pablo se refiere a sí mismo en términos sacerdotales y cultuales: “por la gracia que me fue dada por Dios para ser ministro de Cristo Jesús a los gentiles, ministrando a manera de sacerdote el evangelio de Dios, a fin de que la ofrenda que hago de los gentiles sea aceptable, santificada por el Espíritu Santo (Rm 15:16).  Pablo, entonces, respeta y valora el templo de Jerusalén siguiendo una tradición judía de carácter profético muy importante. Y en ese sentido no es el único. Josefo en Contra Apionem habla que “nosotros no tenemos sino un solo temple para el Único Dios…(un templo) común para todos como Dios es común para todos ” (2.193). Para más detalles: John R. Levison, “The Spirit and the Temple in Paul´s Letters to the Corinthians”, en: Paul and his Theology, Brill, p. 197-200.

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