Motivos de las Hejalot en el Evangelio del Salvador


En 1961 el Museo egipcio de Berlín compró un antiguo códice, que puede ser de finales del siglo II o principios III, que contenía parte de un apócrifo del Nuevo Testamento. A inicios de los años noventa el especialista americano Paul A. Mirecki comenzó a trabajarlo y darlo a conocer entre los estudiosos. El texto se conoció como el Evangelio desconocido de Berlín (EDB= PBerol 22220), aunque recientemente ha sido publicado bajo el título El Evangelio del Salvador . El texto que se conserva pertenece al relato de la pasión, y se sitúa entre la última cena y la crucifixión. Recoge un discurso de Jesús y diálogos con los apóstoles Juan, Andrés y Judas. Es una interpretación mística de Mt 26, 26-46 (97,1-30; 97,57-99,3; 99,33-100,51; 107,2-4; 113,1-115,32; 14FH). El autor parece conocer muy bien la tradición joánica (98,60-62; 99,3-20; 107,5-64; 108,45-46. 59-64) y algunos dichos de tradición siríaca como los que encontramos en el Evangelio de Tomás.

Durante el diálogo de Jesús con sus apóstoles se desarrollan tres experiencias de viajes celestiales: una ascensión a los cielos cuando están en el monte de los Olivos para ser testigos del himno que Jesús canta a la cruz (99,33-100,51); otra, mientras están en el huerto de Getsemaní y son testigos de cómo Jesús le pide al Padre que no le obligue a beber aquel cáliz (113,1-115,32); y una última, para contemplar la Jerusalén celestial.

El primer viaje celestial es un midrás de Mt 26,30, que interpreta la ascensión del monte de los Olivos como un viaje celestial . En este escrito encontramos interesantes motivos de Hejalot: la ascención a los cielos (mirad la imagen de la montaña con el modelo del Sinaí de fondo); la transformación del vidente; el encuentro con los vigilantes; el himno que se entona. El texto no está completo, pero se puede leer lo que los discípulos relatan: …sobre la montaña. También nosotros nos hicimos con cuerpos espirituales, y nuestros ojos se abrieron en todas las direcciones, y todo el lugar quedó revelado ante nosotros. Nos acercamos al cielo a medida que un cielo nos abría el siguiente. Los guardianes temblaron. Los ángeles temieron y huyeron (…) Vimos cómo nuestro Redentor pasó a través de todos los cielos (aquí falta aproximadamente media columna) de todos los cielos. Entonces este mundo se volvió como tiniebla ante nosotros, los apóstoles. Nos hicimos como aquellos que están en los eones de la gloria, nuestros ojos penetraron todos los cielos y la gracia nos revistió con nuestro apostolado. Y vimos a nuestro Redentor cuando alcanzó el séptimo cielo …. La trasformación de los discípulos tiene algunas particularidades: se mencionan cuerpos espirituales y ojos abiertos en todas las direcciones . También se nos dice que los ángeles sentían miedo mientras Jesús y sus discípulos ascendían a los cielos, motivo presente también en El diálogo del Salvador 100,40-48. El miedo de los ángeles está, sin embargo, injustificado y es prematuro: Jesús y los suyos no ascienden para comenzar el juicio escatológico sino, simplemente, para llegar hasta el trono de Dios y cantar el himno a la Cruz (Mt 26,30). Jesús es el único habilitado para cantar el himno de la Cruz ante el trono de Dios.

El segundo viaje celestial es un midrás de Mt 26,36-46 y en él los discípulos son testigos de cómo Jesús le pide a su Padre que le libre del cáliz que ha de tomar. Este viaje celestial ocurre mientras los discípulos duermen ( Dn 7,1-15; 1Enoc 13,7-36,4; Test. Leví 2,5-5,7). Los discípulos al ascender son transformados como los eones de Gloria (113,6-8). En la misma línea, el viaje celestial es para ellos ocasión para ser investidos como “apóstoles” (113,11-12) . Cuando los ángeles contemplan a Jesús que asciende se inquietan (113,23) porque ven que éste sube llorando y triste a lugares de alegría y culto (113, 53-57). Cuando Jesús llega ante el Padre y le comunica lo que siente respecto al cáliz que ha de beber (114,2-9), el texto se interrumpe, pero encontramos luego a Jesús como el mártir justo que se arrodilla delante de su Padre y acepta su destino: Estoy preparado para morir con alegría y para derramar mi sangre por la raza humana (114,32-36) .

El tercer relato de un viaje celestial consiste en la contemplación de la Jerusalén Celestial. Por desgracia apenas se puede leer por el mal estado de conservación del texto al que faltan numerosos fragmentos.

Todos estos viajes celestiales son respuestas a preguntas que nacen de la lectura de los evangelios de Mateo y Juan, pero que éstos no han planteado. Responden al deseo de saber más por parte de las comunidades cuyas demandas pretende satisfacer este nuevo evangelio. Esos nuevos conocimientos conocimiento se confirman y validan en virtud del estatus adquirido por aquellos que ascienden a los cielos.

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