Resurrección en el Evangelio de Felipe
¿Qué entiende el autor del Evangelio de Felipe por la resurrección? Ya hemos visto en algunas entradas anteriores este asunto (http://tomachosj.blogspot.com/2010/06/transformacion-del-creyente-en-el.html), aún así vale la pena profundizar. Leemos en este evangelio que “algunos temen resucitar denudos. Por ello desean resucitar en la carne. Y no saben que los que portan la carne son precisamente los que están desnudos. Aquellos [que son capaces] de desnudarse, son precisamente los que no están desnudos" (23a)... Luego el autor agrega: La carne y la sangre no heredarán el reino de Dios (1Cor 15,50) ¿Cuál es la que no heredará?: la que portamos encima. ¿Y cuál es, en cambio, la que heredará?: la perteneciente a Jesús y su sangre. Por ello dijo: "El que no come mi carne y bebe mi sangre no tiene vida en él" (Jn 6,53ss). ¿Qué significa eso? Su carne es la palabra y su sangre es el Espíritu Santo. Quien ha recibido esto tiene alimento, y tiene bebida y vestido (23b). ¿A qué se refiere todo este aparente juego de palabras? La carne y la sangre que no herederá el reino de Dios es la que portamos nosotros, digamos nuestra corporalidad. Lo que se nos está diciendo es que es incorrecto creer que uno necesita la carne (“que está en nosotros”) al momento de la resurrección para evitar la desnudez. Y es que el autor cree que aquellos que tienen un cuerpo son aquellos que serán desnudados, quedando sin ropas, y sin poder resucitar. Hay que evitar la desnudez porque “nadie es capaz de ir hacia el rey si está desnudo”. El verdadero vestido no es el cuerpo humano que “no va a heredar el reino de Dios”, sino el cuerpo que recibimos en la eucaristía, esto es el cuerpo (Logos) y la sangre (Espíritu Santo) de Cristo. La eucaristía es la única que nos provee la verdadera carne y sangre que resucitará, esto es el vestido adecuado para evitar la desnudez y heredar el reino.
Por el contrario, el espíritu desnudo no puede resucitar (como algunos argumentaban) sin “la carne y la sangre” de Cristo. Por lo tanto la resurrección de la carne es necesaria: Repruebo a los otros que sostienen que la carne no resucitará. ¿Así pues, ambos se equivocan? Tú dices que la carne no resucitará. Pero dime qué resucitará, para que podamos honrarte. Tú dices: "el espíritu". Pero está en la carne. Y también: "esta luz". Está en la carne. "Un lógos". También está en la carne, pues sea lo que sea lo que digas, nada nombras que esté fuera de la carne. Es necesario resucitar en esta carne, ya que todo está en ella (23c). En este mundo los que se ponen vestidos valen más que los vestidos; en el reino de los cielos los vestidos valen más que aquellos que se los han puesto (24). La resurrección es una realidad que se puede y se necesita experimentar ya ahora a través de la eucaristía, que nos provee de los verdaderos vestidos con los que resucitaremos, antes de experimentar la muerte. A través de la eucaristía nos revestimos de Cristo puesto que la eucaristía es Jesús. Pues él es denominado en siríaco Pharisatha, es decir, el extendio, ya que Jesús vino a sacrificar el mundo (53). Esto se realiza ya desde esta vida: Los que dicen que primero morirán y luego resucitarán se equivocan. Si no reciben primero la resurrección estando vivos, al morir no recibirán nada (90a). Para más detalles: Metamorphoses p.163-164
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