El Siur Coma (Cuerpo Divino) y la trasnformación adámica de Enoc-Metatrón


En el 2Enoc encontramos la descripción mística del cuerpo de Dios, elemento central de la futura literatura visionaria de la Siur Coma (parte de la literatura de Hejalot). Cuando Enoc describe la visión de Dios a sus hijos les dice: Vosotros hijos míos, estáis viendo mi rostro, el de un hombre que ha sido creado como vosotros, pero yo he contemplado la faz del Señor, semejante a un hierro candente que, al sacarlo del fuego, despide  centellas y abrasa (13,5). En el mismo texto describe los ojos del Señor como un haz de rayos del sol que infunde pavor a los ojos humanos (13,6); la diestra del Señor, que cubre el cielo entero, en trance de ayudarme; el volumen del cuerpo del Señor, inconmensurable e incomparable, que no conoce limitación; el verbo del Señor como un gran trueno, en medio de la confusión incesante de las nubes (como la experiencia de Moisés en el Sinaí) (13, 7-9).

 
Es interesante constatar cómo posteriormente en el 3Enoc el héroe adquirirá  características físicas divinas cuando se convierta en Metatrón. Crecí y aumenté de tamaño tanto como 10 que mide el mundo a lo ancho y a lo largo. 3 El hizo que me salieran setenta y dos alas, treinta y seis a un lado y treinta y seis al otro, siendo cada una de las alas como el contenido del mundo. 4 Fijó en mí 365.000 ojos, y cada uno de ellos era como la luminaria mayor. s y ningún tipo de esplendor, brillo, hermosura o belleza que se encuentre en todas las luces del universo dejó él sin fijar en mí (3Enoc 9,2-5). Esto implica que Enoc-Metatrón realiza la vocación adámica, esto es refleja la semejanza divina que una vez perdió Adán en el paraíso. Este es un persistente y antiguo motivo en la temprana mística judía. Recordemos que Filón de Alejandría en QuesGen 1.32 habla de los primeros hombres con cuerpos enormes o en el Apocalipsis de Abraham donde el patriarca tiene una visión de Adán en los siguientes términos: Vi allí (en el Jardín del Edén) a un varón muy grande de talla y tremendo de corpulencia, de un aspecto incomparable, que se abrazaba con una mujer que se asemejaba al varón en aspecto y talla (23, 3). El aspecto inconmensurable de Adán es un tema que se repetirá también en la literatura rabínica en el Génesis Rabba 21,3; 24,2; Vayikra Rabba 8,10; 14,1; 18,2; Pirkei Rab. Eliezer 11. Recordemos de paso que existe una relación entre la naturaleza adámica y la angelical. Dios le confiesa a Enoc que le deje establecido en la tierra (a Adán) como un segundo ángel, honorable, grande, y glorioso (2Enoc 11,60). Como sea, Enoc-Metatrón realiza lo que muchos judíos esperaban del Mesías: aquel que nos hace retornar a la imagen de Dios. Algo sobre lo cual los cristianos de las comunidades de Pablo estaban familiarizados cuando lo escuchaban hablar de Jesús resucitado (rey y sumo sacerdote como Enoc-Metatrón) como el segundo Adán.

En el caso de Enoc-Metatrón, este volver a la condición adámica (o recobrar la semejanza), no se ilustra solamente en las proporciones gigantescas que adquiere. También su rostro, ahora luminoso por el reflejo de la visión divina, es un signo de esta nueva condición. Y vi al Señor cara a cara: su faz irradiaba poder y gloria, era admirable y terrible e inspiraba a la vez temor y pavor (2Enoc 9, 10). Más tarde el Señor le dice a nuestro héroe en relación a la gloria que refleja su rostro: Henoc, ningún hombre podrá mirarte a la cara sin que tu rostro haya sido refrigerado aquí  (2Enoc 12, 4). Para más detalles: Orlov, Andrei, потаенные Книги: иудейская мистика в славянских апокрифах. 2011,p.16-25

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