El rabino Jesús y los fariseos



Terminando de leer Meet the Rabbis, Rabbinic Thought and the Teachings of Jesus de Brad H. Yound, me gustaría resumir algunos de los paralelos que hace respecto al discípulado entre la tradición rabínica y la sinóptica. Estos paralelos nos ayudan a entender mejor el contexto original del nacimiento del cristianismo.
En ambas tradiciones el discípulado se inscribe en una relación de aprendizaje con un rabí o maestro de gran conocimiento tanto en la Torah escrita u oral. Esta relación no es fácil, demanda grandes sacrificios por parte del discípulo (Mt 19,27; Mc 10,28; Lc 18,28), quien no sólo se encomienda al estudio de la Ley, sino que también al servicio de su Rabí. La relación entre el discípulo y el maestro era, sin embargo, emocionalmente estrecha. En la Mishnah se nos dice que a pesar que el padre del discípulo es quien lo trae al mundo, es su Rabí quien, instruyéndolo en la sabiduría de Dios, lo trae al mundo venidero. La relación es por lo tanto, la de un padre con un hijo (m. Baba Metzi´a 2,11). En la literatura rabínica el discípulo es obligado a honrar a su maestro por sobre su padre, incluso a pesar de lo que prescribe el cuarto mandamiento (m. Keritot 6,9; m. Baba Metziá 2,11). Algo similar encontramos en la demanda lucana de odiar padres, esposa e hijos por el seguimiento de Jesús (14,26). La traducción mateana reflejaría más exactamente la dinámica rabínica detrás de esta demanda: más que odiar se trataría de amar más a Jesús por sobre las otras relaciones humanas (Mt 10,37). En la cultura rabínica, sin embargo, esta fidelidad con el maestro no es tan asentuada como en los sinópticos, por cuanto no era extraño que luego de unos años de estudio con un Rabí, el discípulo se fuese a estudiar con otro.

La literatura rabínica señala que los rabinos enseñaban mientras estaban sentados, o mientras le seguían los discípulos en medio de frutales, viñedos, o en el pórtico del Templo. Este es también el escenario más plausible para las parábolas de Jesús de acuerdo a Mt 13, 3-9; 24-30;47-50. Por lo demás también los rabinos enseñaban a través de numerosas parábolas (agadah). Junto con las parábolas, otra manera que adoptaba la enseñanza rabínica era a través de preguntas y respuestas, lo mismo que vemos en el joven Jesús argumentando con los maestros de la Ley en Lc 2,46 o ya como un maestro maduro en 2,67-68.

Todos estos paralelos, y muchos otros, nos ayudan a reconsiderar la idea del fariseísmo (antecesores del rabinismo) que podemos tener. Es necesario recordar que el grupo de Jesús tenía mucho más puntos en común con los fariseos que con cualquier otro grupo religioso de su tiempo. Ambos creían en los ángeles, en la resurrección de los muertos, en el gran juicio final, y en la importancia de la Ley oral. En los evangelio vemos cómo algunos fariseos advierten a Jesús los planes de Herodes de matarle, salvándole la vida (Lc 13,31); Gamaliel, lider de los fariseos, sale en defensa de los primeros cristianos encontra de los saduceos liderados por Caifás (Hch 5,34-39); Jesús aconseja seguir y guardar todo lo que ellos enseñan (Mt 23,3).En general los fariseos creian que habia que adaptar las ensegnanzas de la halakah (oral y escrita) a las necesidades de la gente y extender la santidad del templo a todos los hombres (no solo sacerdotes), a todo lugar (no solo al templo), y a todo momento. La pureza era, por lo tanto, un tema muy importante porque no se limitaba al espacio y tiempo sagrado, sino que se universalizaba. Las fronteras del espacio santo ya no estaban delimitadas por Jersualen o el templo, sino por la aplicacion de la ley. Las críticas que se vierten en los evangelios tienen relación más con una actitud en la manera de cumplir la ley de parte de los fariseos, que en sus propias doctrinas. Críticas, por lo demás, que no son exclusivas de los evangelios. Los mismos textos rabínicos llaman la atención sobre aquellos fariseos que a pesar de guardar una actitud piadosa son corruptos por dentro (m. Sotah 3,4). En el Talmud Babilónico el rey Alexander Yanai aconseja antes de morir a su esposa, no temáis aquellos que son fariseos, tampoco a aquellos que no lo son, más bien temed a los hipócritas que pretenden ser como los fariseos (b. Sotah 22b).

La actitud crítica respecto al fariseismo que se ve tan virulenta en los evangelios tiene que ver más con una disputa entre hermanos que de grupos que son extraños entre sí. En ese sentido el libro de Brad Young es un aporte valioso para comprender el cristianismo más cercano a Jesús.

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