No he venido abolir la Ley....


A partir del versículo 21 del capítulo 5 de Mateo escuchamos una fórmula de Jesús que se repite una y otra vez con pequeñas modificaciones hasta el capítulo 6: Oistéis que fue dicho...pero yo les digo... Estamos en el sermón del monte donde Jesús enseña su doctrina sobre el enojo, el divorcio, los juramentos, la ley del talión, y el amor por los enemigos. Aunque la fórmula cesa en 5, 48, las enseñanzas continúan sobre los tres pilares de la religiosidad farisaica con los temas característicos de las obras buenas (6,1-4), el modo de orar (6,5-15) y el modo de mostrar el arrepentimiento (6,16-18). Muchos estudiosos creen que lo que Jesús está haciendo en esta parte del sermón del monte es plenificar la Torah de tal manera que llega a abolirla. La Torah no puede estar más vigente porque Jesús la ha superado. No puedo estar más en desacuerdo con esta perspectiva.

Creo que lo que está haciendo Jesús es interpretar de manera rádical la obediencia de la Torah (escrita y oral) para sus seguidores. No la está aboliendo. El principio hermeneútico general está dado en el 5:17: No penséis que he venido a destruir la Ley y los profetas, no he venido a destruir sino que a dar pleno cumplimiento. Esto es tan así que inmediatamente después Jesús dice que pasarán los cielos y la tierra antes que el más pequeño de los mandamientos de la Torah se deje de exegir (¡ni una jota ni una tilde!). De hecho lo que está haciendo Jesús es darle relevancia a toda la Torah porque hasta el más insignificante de sus preceptos tiene repercuciones en el cumplimiento de los mayores. En ese sentido hace el cumplimiento de la Torah aún más exigente aplicando el principio judío de huye de lo malo y de todo lo que pueda parecerlo (Massekhet Derekh Eretz 1,78-79; 2,38; Didaje 3,1-6). Es muy similar a lo que dice respecto a la trasmisión de la Ley la Ética de los Padres 1,1: has muchos discípulos y construye una fortaleza en torno a la Ley. No se trata de destruir la Ley, por el contrario, hay que fortalecerla haciendo cumplir hasta los mínimos detalles. En otras palabras, el adulterio no nace de la nada, sino que se gesta ya desde cuando la persona mira a la mujer con deseos; el asesinato tampoco es una reacción primaria, sino que se gesta desde la incapacidad de la persona de manejar su ira. Así, si uno quiere evitar el matar o el cometer adulterio tiene que empezar fortaleciendo el cumplimiento de la Torah (oral y escrita) hasta sus más aparentemente insignificantes mandatos. Esta visión tan radical no es exclusiva de Jesús. Algo parecido Rabí Joshua enseñaba respecto al adulterio: el que comete adulterio con los ojos, ha cometido adulterio con todo el cuerpo (Pesikta Rabbati 24). En la misma Ética de los padres (1,5) se dice: ten la puerta de casa abierta, deja que el pobre sea miembro de tu casa, y no gastes tiempo en charlatanería con mujeres. Este dicho se aplica incluso a tu propia esposa, y con mucha más razón a la esposa de tu prójimo. El sabio dice, cualquiera que charla mucho con mujeres acarrea el mal sobre sí mismo, se aleja del estudio de la Torah, y terminará heredando Gehinnom. Por su parte en Massekhot Derekh Vol 2, 312 leemos que Rabbi Elezar enseñó: si alguien odia a su prójimo será considerado asesino porque se ha dicho ¨pero si alguien odia a su prójimo y se acuesta esperando la ocación y se levanta para atacar y entonces lo agrede con resultado de muerte (Dt 19,11)¨.

Jesús no fue el único rabino que interpretó la Ley asumiendo la autoridad de Moisés. Al igual como Jesús sube al monte y se sienta para enseñar al modo de Moisés (5,1), Rabí Eliezer enseña la Torah desde un asiento al que se compara con el monte Sinaí (Cantar de los cantares Rabbah 1,3). Rabí Hillel el viejo comenta que el discípulo que aprende la Ley debe cubrirse a sí mismo con el polvo de los pies de su maestro porque es como si estuviese recibiendo la Torah desde el monte Sinaí (Ética de los Padre 1,4). En otras palabras, Jesús no es el único que presenta su interpretación de la Ley como la definitiva, dotándola de autoridad mosaica. Otros rabinos también lo hacen. Lo propio de Jesús, por lo menos de acuerdo a la versión mateana del sermón del monte, es una interpretación estricta de la misma. Definitivamente, Jesús no viene a destruir la Ley.
Para más detalles: Young, Brad, Meet the Rabbis, Rabbinic Thought and the Teachings of Jesus, Hendrickson Publishers, Massachusetts, 2007.

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